sábado, mayo 12, 2007

HABIA UNA VEZ // La pipa mágica

Importante: este es un relato extraído de la colección “Cuentos de Hadas y de Fumones” publicados por Ediciones la Flor (guiño), escrito por Ernesto “Pipa” Estévez (guiño, guiño)

Dice la leyenda que hace unos años Pujo y Javi, dos alcohólicos y consumidores de sustancias y otros químicos, iban en busca de sus destinos, un mensaje que les revelara cuál era su misión en la vida. Querían encontrar una verdad, pero también se conformaban con unos puchos y un par de birras para pasar un buen rato. Pujo y Javi soñaban con ser dueños y propietarios de una bailanta en zona sur llamada El Bar-ko, no solo para transmitir un mensaje de paz a las futuras generaciones sino también para que no los puedan echar nunca más. Aunque asimismo, querían ser dueño de El Bar-ko para poder fumarse un pucho y tomar todas las birras que quisiesen.

Dice la leyenda que Pujo y Javi, un viernes a la noche, luego de ser echados de El Bar-ko por vigésima novena vez culpa de un ser de características similares a las de una topadora, y tras caminar durante horas y horas sin encontrar ninguna revelación, divisaron a lo lejos un en la oscuridad un pequeño bar tumba que nunca habían visto antes. Era un misterioso antro en el barrio de Boedo, del cual salía una extraña música (Remix entre los Redondos y Callejeros) y un humo bastante espeso. Pensaron que ahí podrían descansar luego de una larga noche de girasol, y fumarse un pucho y tomarse una birras. Pero al entrar descubrieron no solo que no había nadie sino también que la birra escaseaba y que estaba prohibido fumar puchos. Solo había un extraño ser barbudo y de rasgos islámicos sentado en un oscuro rincón, fumando de una extraña pipa mágica. El arábico barbeta, denominado “Cutu” por esos aledaños y siniestros pagos, los invitó a sentarse junto a él. Pujo y Javi aceptaron y Cutu les convidó de su pipa mágica. Luego de charlar sobre traviesas y otras yerbas (guiño) durante horas y horas, Cutu decidió revelarles un secreto que había guardado toda la vida hasta esa noche, siempre y cuando pueda acompañarlos en su cruzada. En la casa de una persona de pelo débil pero viril llamado Jeremías, más precisamente debajo de la mesa de ping-pong, se encontraba la mejor marihuana que jamás se había cultivado en el mundo, en toda la galaxia, en todo el universo, en todo Zabaleta Town.

Dice mi viejo que si jugara en Ladilla a Diego se lo fuma en pipa.

Dice la leyenda que hace unos años se habían reunidos los 4 mejores cultivadores de maconia de todo el mundo y juntos decidieron investigar la forma de conseguir el mejor churro loco de todos lo tiempos. Se hacían llamar “Los Caballeros de la Piponeta”. Luego de varios años de investigación descubrieron que para mejorar la calidad de las cosechas debían hacer lo que lo Ale G. y Saulo hacían con sus respectivos vinos para que adquiriesen más sabor y más poder: añejarlos en el armario, en las mejores condiciones climáticas posibles durante varios meses y después tomárselo todo de un saque al grito de “ya la tengo, ya la tengo” y quedar re-contra puestos. Al punto que el primero no pueda hacer pie en el baño y pase frío en diciembre, y el segundo quiera manosear vaginas satánicamente en pleno boliche. Entonces, “Los Caballeros de la Piponeta” decidieron recorrer todo el mundo en busca del lugar que tuviese las mejores condiciones climáticas para dejar allí sus cosechas y obtener el mejor cannabis del planeta. Vendieron todas sus pertenencias y se fueron con sus cosechas a recorrer el mundo. Luego de quedarse cinco meses en Jamaica fumando casi toda su cosecha y tomando muchas birras se les acabo casi todo el capital. El poco dinero que les quedaba les alcanzo para venir a la Argentina y ranchear tranquilos en la casa de Jere, quien les comentó que estaba tomando clases de clown con el payaso Fumanchú (guiño).

Dice la leyenda que “lo que serán las casualidades de la vida” que esa misma noche en la que “Los “Caballeros de la Piponeta” se reunieron con su amigo Jere, pasaban en el canal Much 21 el tema “Dance” de Bandana y, bajo los efectos de esa catatónica cosecha y el poder hipnótico del pecho revelde de Lourdes, se les ocurrió esconder debajo de la mesa de ping pong su preciado tesoro. De manera que con el paso del tiempo, multiplicaría los efectos de la hierba loca. Incluso uno de “Los Caballeros de la Piponeta” denominado Norberto, creía que hasta incluso podría alcanzar poderes super-naturales como cuando vió a Superman en 3er. año de la Secundaria

Dice la leyenda que “Los Caballeros de la Piponeta” bancaron la causa en la casa de Jere y vivieron durante muchos años juntos. La continua adaptación de especies a la casa, como perros, gatos tortugas, conejos y Quiniela más Jere, Naily y “Los Caballeros de la Piponeta”, como así también la clausura del baño por 11 meses, permitieron que se impregne en las paredes de la morada una baranda tumbadora para siempre.

Dice la leyenda que uno de ellos, tras cocinarse un chori frío y mordido que rastreo dentro de la cama de Jere, dejó abierta la garrafa y cuando llegó la hora de fumar de la pipa mágica para festejar dicho banquete y quedar “pipón-pipón”, volaron todos por el aire. Nunca llegaron a probar el chori. Y nunca más se supo nada de ellos. Sin embargo esa misma noche Cutu, quien andaba buscando “travesuras”, pasó por allí y descubrió que lo único que había sobrevivido a la explosión era la pipa mágica y un manuscrito con el plan secreto de la cosecha. Esa era la misma pipa loca que estaban fumando Pujo y Javi en ese momento.
Cuando le preguntaron a Cutu donde estaba el manuscrito, este les respondió que se lo había fumado para que nadie más descubriese aquel secreto… pero lo había dejado tan del moño que apareció en La Boca echando patos y pidiendo caramelos.

Continuará…