lunes, octubre 15, 2007

TURISMO // El viajar es un placer

Editorial por la Dra. Laura Caraculini
No me cabe la murga ni el alcohol, y por sobre todas las cosas odio a la gente que me recomienda que coloque un par de almohadones cuando manejo la camioneta de mi novio porque apenas se me ve.

Primero fue la literatura, luego el cine, pero tener la licencia de conducir (por más que en una ocasión mi viejo tuvo que ayudarme a estacionar) me dio la posibilidad de que esta prestigiosa gacetilla diaria - o casi diaria porque el redactor anda de joda y no escribe - me envíe por el mundo junto con mi cámara digital que mi querido hermano consiguió por izquierda en la aduana paralela.

De todos modos, antes de presentarles mi apreciado trabajo ahora que soy abogada de la Nación me tomo el atrevimiento de suscribir el texto legal y obligatorio impuesto por la el Juzgado 116 de Marcos Paz.

“El Ladillón es una publicación enteramente de ficción, ninguna información de la misma es real ni está basada en personajes reales, las estadísticas no tienen fuente, los rumores publicados son inventados por un redactor paranoico y una parte de la gacetilla la escribe un perro fumón”

Ahora si…

Siempre fui una fiel defensora de los graffitis que hablan de amor. Aun recuerdo uno que le escribieron a una amiga algo gordita que decia “Amor… A mortadela te criaron gorda hija de mil puta” aunque pensando bien creo que no era muy romántico que digamos.
En Berlín, más precisamente en las pocas ruinas que quedan de la Guerra Fría, tome esta fotografía con un mensaje muy peculiar. Creo que es una señal de desesperación total… ¿ustedes que piensan?



Vaya casualidad, muy cerca del aquel grito desesperado de amor, encontré otro el cual me sorprendió por el libertinaje desenfrenado que existe en la sociedad así como también la impunidad para conseguir cualquier tipo de drogas. Y pensar que 10 años atras en un final oral quien firma tal graffiti aseguraba que lo habían cagado en la facultad porque el profesor le preguntó que era el PBI y este no sabía. Por gente como esta el país está como está. Una pena, una verdera pena.


En Alemania, me alquilé un auto y me fui a Paris. Allí en un café de Montparnasse, barrio bohemio que inspiró a Modigliani a pintar las mas bellas prostitutas (aia ella la culta), un letrero me llamó poderosamente la atención. La conclusión que sacó es que todo ello le hace muy mal al fútbol. Los inadaptados de siempre diría Macaya.


Igualmente dichas calumnias a la figura regordeta de Sauloneta, que años atrás se emplichaba, quedaron sepultadas al caminar por una plaza de la “Ciudad Luz” y apreciar un cartel que devela la filosofía, el gen, el porqué todos quieren jugar en Ladilla. Sí, por las minitas… las minitas.


Luego me fui a Holanda, con el sueño de ver a Diego fasear tranquilo en algún bulevar de Ámsterdam, pero lamentablemente no lo encontré. Sin embargo, tuve la suerte de sacarle una foto a una señal de tránsito bastante peculiar. En un momento, pensé que había sido producto de mi imaginación y las 200 hongos locos que había consumido… pero como a Bielsa, el tiempo me dio la razón.


A pedido de mi querido hermano… de más esta decir que estamos hablando del mayor de ellos (sí aquel de nariz algo pronunciada y rasgos de roedor) tuve que recorrer la Zona Roja en busca de algún subvenir para este. Y lo que será el destino que el sex shop se encontraba entre estas dos calles. De no creer, no? Este sería mi último país antes de regresar a la Argentina, pero no mi última imagen.


Sabía que al volver a la Argentina encontraría un país en épocas de elecciones. Un país en donde a la candidatura presidencial se postula hasta alguien que rifa dos coches para que lo voten. De todas formas, al pasar por los Siete Puentes, jamás se me cruzó por la cabeza visualizar algo simil. Increíble pero real.

Atte.
Laura Caraculini