miércoles, octubre 06, 2010

CIENCIA // ¿Casualidad o causalidad?

Por el Doc. Emmett Mostacho

En la actualidad, existen interrogantes que carecen de una respuesta precisa. ¿Qué hay después de la muerte?, ¿Existe el amor para toda la vida?, ¿Piporrearse a mano cambiada es infidelidad? ¿Por qué Cris Morena sigue haciendo novelas con pibes caretas?

Entre esta ola de interrogantes puede hallarse otras preguntas que recalan sobre la figura del tan afamado Diego Omar Arbelo, volante del primer equipo de Ladilla Fútbol Club quien prometiera cinco goles para este campeonato pese a tener menos efectividad que Luguercio con las piernas atadas. ¿Por qué dicho oriental cabezón no asistió al “Día del Amigo”?, ¿Son casuales los faltazos a los cumpleaños de los hermanos García, o es una mera coincidencia del cosmos que justo ese día debiera estudiar para un parcial? Ahora que está de novio, ¿subirá de peso?

Según el último numero de la prestigiosa revista Nah!, para contestar semejante interrogante, hay que remontarse al año 1920 cuando en el Centro Universitario de Investigación de Berlín pesaron por un lado un elefante macho africano de más de 10.000 kg., y por otro un espécimen de vello púbico femenino. Para sorpresa de todos los presentes, el pelo de concha no solo inclinó la balanza, sino que además generó una fuerte pelea entre los presentes de la comunidad científica quienes nunca se volvieron a reconciliar.

Sin embargo, esto no impidió que se siguiera investigando e incluso que se experimentara con la densidad y la fuerza en aceleración que puede alcanzar un pendejo de mujer. Así fue como se llegó a la conclusión de que si se arroja contra la cabeza de un amigo un pelo de concha a una velocidad constante de tan solo 10 m/s. (y el impacto diera en el blanco) podríamos desnucarlo.

A pesar de las distintas negativas y las persecuciones que sufrieron los científicos que practicaban experimentos con vello púbico femenino, en el año 1970 la comunidad decidió volverse a reunir a la vista de un nuevo experimento más revolucionario que el anterior. Esta vez decidieron pesar en la misma balanza 1 kilo de plomo contra 1 kilo de pelos de concha, para ver que sucedía. Nuevamente, para sorpresa de todos los presentes que creían que el ejercicio tenía una trampa, el kilo de pelos de concha resultó más pesado que el de plomo.

Así, gracias a estos primeros experimentos, se llegó a la conclusión de que una noche con amigos, un cajón de cerveza, una play conectada a un proyector, un asadito, quince días de vacaciones, cinco mil dólares en efectivo y tu peso en papuseta, no pesan tanto como un pelo de concha.

De esta manera, y solo de esta manera (quizás), puede explicarse el porque de los reiterados faltazos de nuestro queridísimo Diego Arbelo.