INVESTIGACION // La verdad de las changas
Pablo Alberto Melgarejo es un claro ejemplo del típico empresario que hace la papota de manera siniestra pese a que alegue vender productos y/o servicios informáticos. Pero claro, tal manto de duda se siembra sobre el patrimonio cual no coindica con los servicios o productos que ofrece… ¿o caso uno puede comprar un departamento enseñando el Windows 3.1?
No obstante, y para aclarar todo tipo de trascendidos barriales, nos recibe en su oficina careta que alquila en el barrio de Piñeyro. “Los rumores son falso señor periodista” - nos empieza diciendo, incluso antes de saludarnos. No sabemos de que jocara habla, pero nos quedamos callados y este agrega “…a la vieja no la cagué, le fié. Incluso le dije que me pagara cuando pueda. Lo juro”. Ante nuestro nuevo silencio, Pablo añade nuevamente: “…off the record, la viejita trató de comerme el rosquete…” y como no le decimos absolutamente nada, agrega otra vez: “…igual por $300 pesitos, yo, si ella me lo pedía, le limaba los callos con la porong…” Suena el timbre y Pablo no llega a terminar la frase. Nos explica que tiene una reunión importante y que debemos retirarnos. “Es para un nuevo emprendimiento, juguetes eróticos… no puedo contarles más” - se explica el empresario.
Para finalizar le preguntamos si estaba al tanto del fallecimiento de Elvira, su vecina de 89 años, a lo que Pablo nos responde con un seco “si si” como para sacarnos de encima. Pero inmediatamente pone cara de confusión y exclama “¿Me bajé a la vieja gratis?” y cierra la puerta rápido antes que lo podamos verlo llorar.



